sábado, febrero 28, 2015

VALERIA, LA GENTIL, ESCRIBE HORACIO POR MARCO MARTOS



VALERIA,  LA GENTIL,  ESCRIBE HORACIO POR MARCO MARTOS

 

Tú eres Valeria, la gentil,
que con delicados modales
cuidas los dineros del imperio.
Por tus manos pasan los talentos, los sestercios y los ases
que se pagan a los veteranos de Cayo Julio César y de Pompeyo
y los caudales que sirven al emperador Augusto
para convertir a Roma en la ciudad más hermosa
de todo el mundo conocido.
Cada uno de los que dependemos de tus gracias,
te adoramos y nos gustaría que fueses nuestra esposa.
Pero no es por tus habilidades crematísticas que te amo.
Mientras vivía Craso supo acumular dinero
y solo con sus arcas tuvo en vilo a todos los ciudadanos romanos,
y Cayo Julio César, quien debía tanto, acumuló tan ingente fortuna
que murió rico, merced a sus negocios con el trigo
y a los innumerables saqueos que realizó con sus huestes
en Hispania, Lusitania, y en las tierras de la Galia.
Verdad que donó numerosas propiedades al pueblo de Roma,
pero fue un pícaro encumbrado, todos lo sabemos.
Tú manejas con probidad los dineros de Roma,
y por eso, como tantos, también te alabo.
Por la finura de tus altivos gestos,
por el encanto de tu voz en las noches del invierno,
por la belleza de tus pequeños senos, firmes bajo las gasas,
por tus andares de reina, es que te deseo
y quiero permanecer contigo todos los días
que me asignen los dioses.
Mecenas está ensimismado, demasiado ocupado
en sus negocios propios y en darnos comodidad a sus protegidos,
Virgilio apenas mira a las muchachas,
no distingue esa suprema alegría de vivir,
salvo si se trata de Dido, a quien sin conocer,
idolatra con su pluma prodigiosa,
Ovidio, pobre Ovidio tan enamorado, lejos de Roma para siempre.
En este mundo de poetas y de gobernantes,
soy el único que te ha visto
como la suprema belleza de Roma.

martes, febrero 10, 2015

OVIDIO REFLEXIONA SOBRE DUNIA POR MARCO MARTOS


OVIDIO REFLEXIONA SOBRE DUNIA
POR Marco Martos

Amo tanto a Dunia, a quien vi anoche,
que no soporto su belleza, me anonada,
salgo disparado, huyo, pues no puedo tocarla,
ni menos me atrevo a decirle mis deseos,
la vehemencia de mis quereres,
que no son de ayer ni del año pasado.
La dejo ahí, en el centro de la sala,
rodeada de festejantes que se disputan sus sonrisas,
cada una de sus mínimas palabras
y sus mohínes, fuente suprema de la gracia.
¡Qué me importa lo que piensen
aquellos que se quedan felices de que me vaya!
Me defiendo con torpeza de ese poder de Dunia,
el más grande que pueda imaginarse.
La dejo pensativa, seria por un instante,
se sabe bella y comprende que todo lo suyo me atañe demasiado,
que sus deseos son leyes para mi mente desquiciada.
Por lo menos pensará ¿me quiere o no me quiere?
¿por qué se va si parece que le importo tanto?
¿estará loco por mí o corre a otros brazos?
Mañana o pasado se repetirá la historia,
Ovidio, el que da lecciones de amor a los jóvenes
en sus libros que van de mano en mano,
como un bobo estará mirando a Dunia,
incapaz de decir una sola palabra.
Un viaje, debo hacer un viaje,
pero ¿a dónde? Al fondo de sus ojos,
al nacimiento de esos manantiales.

RECADO PARA DUNIA, ESCRIBE OVIDIO POR MARCO MARTOS





RECADO PARA DUNIA, ESCRIBE OVIDIO 
POR MARCO MARTOS
Recado para Dunia, escribe Ovidio
Has viajado, Dunia, desde las candentes arenas de Egipto
y te paseas oronda por las calles de Roma,
durante el día y en las noches interminables
bajo la luz de las antorchas o en la oscuridad de la luna nueva,
rodeada de titilantes candiles que rompen la tiniebla caliginosa,
y te detienes junto a las hermosas estatuas que condensan
la historia de Roma, desde Eneas, Rómulo y Remo,
los combates con Cartago, la república toda, el divino César
y los principios del imperio que vivimos y que serán casi eternos.
Quedándote quieta en medio de los héroes y los ciudadanos probos,
evocas a Semíramis, suprema belleza de piedra que atraviesa
los tiempos trayendo los perfumes del Nilo, el suave mecerse
de las palmeras y las fauces de los cocodrilos hambrientos
asomando en las turbulencias en medio de la canícula.
A lo lejos veo tu talle inalcanzable, la transparencia opaca
de tus vestidos ceñidos de flojos lazos incitantes
que dejan adivinar la inquietante opulencia de tus carnes
que tal vez otro vate audaz del círculo de Mecenas,
disfrutará a sus anchas, mientras Ovidio escriba tristes versos
en la soledad atroz del destierro, en las puertas de Averno,
a punto de convertirse en uno más de los numerosos espectros,
atormentando, colmado de celos por los siglos de los siglos.

Marco Martos Poema del libro "Máscaras de Roma" que escribo actualmente

HOJA DE VIDA POR RICARDO GONZÁLEZ VIGIL

HOJA DE VIDA POR RICARDO GONZÁLEZ VIGIL   HOJA DE VIDA POR RICARDO GONZÁLEZ VIGIL Vida: me he pasado toda la vida leyendo, amándote a plenit...