sábado, enero 31, 2015

Nos habíamos amado tanto (Voz y texto de mi amigo Pedro Trillo)

Nos habíamos amado tanto (Voz y texto de mi amigo Pedro Trillo)



 
Nos habíamos amado tanto 
(Voz y texto de mi amigo Pedro Trillo)
 

Ficha de la película por Filmaffinity: Título original C'eravamo tanto amati Año 1974 
Duración 124 min. 
País Italia 
Director Ettore Scola 
Guión Agenore Incrocci, Furio Scarpelli, Ettore Scola 
Música Armando Trovajoli 
Fotografía Claudio Cirillo 
Reparto Nino Manfredi, Vittorio Gassman, Stefania Sandrelli, Stefano Satta Flores, Giovanna Ralli, Aldo Fabrizi, Mike Bongiorno, Federico Fellini, Marcello Mastroianni, Vittorio De Sica, Nello Meniconi, Guidarino Guidi, Isa Barzizza 
Productora Dean Cinematografica Delta 
Género Drama. Comedia 
**************************** 
(Voz y texto de mi amigo Pedro Trillo)
 
 
 ****************************

Nos habíamos amado tanto

Ettore Scola y la vida misma

Publicado: 2015-01-24

PARA SCOLA TODOS SOMOS DIRECTORES 

Y el espectador no tiene que dejar la butaca para producir una “nueva cinta”. Así lo quiso Ettore Scola en “Nos habíamos amado tanto” (1974). Una obra de arte en 120 minutos de celuloide…y de eterna vigencia.

El filme está abierto a múltiples lecturas: la social, la histórica, la política, la humana… una obra de arte siempre es polisémica, posee múltiples significados, pero es el espectador quien con su interpretación la completa y al hacerlo aparece una propia, que es nueva, personal y auténtica.

“Una crítica es una cuestión de distancia correcta” dijo Walter Benjamin, sin embargo, la distancia implica un límite entre dos puntos y como sabemos: “un límite no es eso en lo que algo se detiene sino aquello a partir de lo cual algo inicia su presencia” (Heidegger).

Y esta presencia de lo nuevo, nos permite a cada uno contar nuestra propia historia eligiendo los protagonistas y las escenas de la obra. Para Scola todos somos directores de cine.

Con los personajes de Antonio y Luciana, el director hace una película dentro de otra película: la de Kim Novak en el papel de Mildred Rogers en Servidumbre Humana (Ken Hughes, 1964).

Scola, nos muestra el camino y con un guiño nos da a todos la oportunidad de escoger y ordenar la secuencia narrativa de las escenas, y dejar que surja, como una epifanía, una nueva versión, personalísima y única como la vida misma.

Como haría Scola, apago todas las luces del escenario y solo dejo encendido el spot que ilumina directamente a los protagonistas.

En la primera escena Antonio está enamorado y no puede decírselo a su amada; lo tiene que hacer a través de un juego,” ¿Usted me oye?”, le pregunta, ella le contesta: “No”, está claro, solo si ella no escucha el hombre enamorado puede expresar su amor, porque si no, se rompe el encantamiento.

Scola nos muestra el arquetipo del hombre enamorado, de todos los Antonios del mundo, de todos los Antonios que se pierden en la noche de los tiempos, y de todos aquellos que se perderán en el futuro, que no podrán darle muestras de amor a sus Lucianas a riesgo de perderlas, porque como dijo el protagonista en la escena donde se reencuentran los tres amigos: “el futuro ya pasó”.

El estado patológico de Antonio es el de todo hombre enamorado, Luciana lo acerca y aleja. Antonio se desestabiliza, pierde el control y provoca con sus actos la violenta reacción de Luciana que le dice; “Yo hago lo que se me antoja”, “No tengo vínculos, ni quiero tenerlos”. “No te hagas ilusiones”. En otras palabras: “no estoy dispuesta a continuar, no eres el hombre que yo necesito”.

Años después se encuentran y con la mirada ya se han perdonado. Ella le dice: “¿Y tú?”(¿Cómo estás?) Y en ese: “¿Y tú?” de Luciana hay algo más profundo, le está diciendo: estoy aquí, me intereso por ti; y él mientras se sienta en la banca del parque le responde: estuve como un loco enamorado: “últimamente tuve una forma de ciclotimia”, lo dejé todo por ti: “estuve mal, tuve que dejar el hospital”, pero ahora ya estoy bien: “estoy sano ya volví”.

Pero si el bien es aquello hacia lo que todas las cosas tienden y el fin último de la vida humana no es otro que la felicidad (Aristóteles, Ética a Nicómaco), no todos los Antonios y Lucianas del mundo disponen de la juventud que le permitió a Scola volverlos a unir. 

Y, esa unión, ese encuentro, para Karl Jung no es una casualidad sino una sincronicidad, algo único en la dimensión del espacio-tiempo, que no tiene ninguna relación causal pero sí una profunda significación en nuestras vidas.

Gibrán lo explica bien cuando le dice a su amada Mary Haskell,

“Cuando dos personas se encuentran, son como dos Calas acuáticas que se abren de lado a lado, cada una mostrando su corazón dorado, y reflejando el remanso, las nubes y los cielos.”
(Khalil Gibrán, 1914)

Al final se produce la escena en la que Scola proyecta los deseos de todos los hombres enamorados del mundo; en ella Kim Novak como Mildred Rogers es Luciana y el actor Laurence Harvey es Antonio, que identifica y reúne a todos los Antonios que quieren escuchar de su amada: “…tú eres el único hombre de mi vida!”.

Kim Novak, ofrece a los hombres la satisfacción de un atávico deseo cuya cimentación cultural fue forjándose a través de la historia de la humanidad.

Este ideal romántico del hombre –que el genio de Scola descubre en su personaje Antonio–, nos permite ahora a todos los Antonios del mundo reconocernos en él.

Y en esto, hasta el mismo Freud en una de sus cartas a su novia –como un hombre sufriendo de amor–, víctima de la patología de todo hombre enamorado, le reclama y exige:

“No quiero sin embargo que mis cartas queden siempre sin respuesta, y dejaría de inmediato de escribirte si no me respondes. Perpetuos monólogos a propósito de un ser amado, que no son ni rectificados ni alimentados por el ser amado, desembocan en ideas erróneas sobre las relaciones mutuas, y nos vuelven extraños uno al otro cuando nos encontramos de nuevo y hallamos cosas diferentes a las que, sin asegurarnos de ello, habíamos imaginado”.
(Freud, Correspondance, 39)

Freud le está diciendo a su amada: el amor alimenta el amor.

“No entendí nada” dice Antonio al inicio de la película que acompaña esta crítica, porque Luciana “se encuentra en un estado de perpetua partida, de viaje, es por vocación migratoria, huidiza” (Barthes), como una gata escurridiza, inasible, como el agua que se escapa entre los dedos.

“Yo aun no entiendo” repite Antonio en la voz de Laurence Harvey.

“No entendí nada” y “…aun no entiendo”, podría continuar Antonio: “no hay un motivo serio, no te he sido infiel, no te he faltado el respeto, solo actué como un hombre enamorado, solo estuve loco de amor por ti, pero ya volví.

Es la ciclotimia del corazón que aqueja a todo hombre enamorado, pero ya está sano, volvió, y con esta palabra le está diciendo: ahora puedo amarte y hacerte feliz. En la voz de Antonio podrían reconocerse los amantes cuando dice: “Luciana, tú me dijiste que te he amado como nadie te ha amado en la vida”…

Luego se produce el blackout de la relación, la pantalla se oscurece, pero el amor como la música sigue girando entre los dos. La película de Scola nos enseña que lo positivo de un error es que puede corregirse.

A pesar de la dureza de las expresiones de Luciana, Antonio en la película de Scola mantiene su amor por ella incólume, protegido y a salvo.

Él estuvo siempre allí, presente para ella, y esa es una virtud, una constante inclinación de la voluntad, un rasgo de carácter de un buen corazón, que conduce finalmente a ambos personajes a la vida buena, a la felicidad, porque el amor de Antonio es tan seguro como el amanecer.

 Pedro Trillo

 

 



miércoles, enero 28, 2015

PRESENTACIÓN DE MÁSCARAS DE ROMA POR EL DR MARCO MARTOS 2 de 3

PRESENTACIÓN DE MÁSCARAS DE ROMA  POR EL DR  MARCO MARTOS 2 de 3


PRESENTACIÓN DE MÁSCARAS DE ROMA  
POR EL DR  MARCO MARTOS 2 de 3



Presentación de "Máscaras De Roma” Por El Dr. Marco Martos, editado por Caja Negra, en la Feria Internacional del libro de Lima.
 28-01-2015 PALABRAS DEL AUTOR 

CÓLERAS DE CATULO

MARCO MARTOS
A la porra Rómulo y Remo,
los pastores de la loba,
a la porra los Tarquinos
y sus lenguajes etruscos,
a la porra Bíbulo, el miserable
que odia a César por puro gusto,
a la porra Clodio, el quieto poderoso
que se vanagloria porque es cónsul,
a la porra el mismo Cayo Julio César
que se pasea arrastrando
a su lenta tortuga desdichada,
como si fuera el dios de la plebe romana,
recibiendo las hurras
de los pobres entre los pobres,
regalándoles trigo, dictadorzuelo.
A la porra Galio, ese galán de taberna.
A la porra esos miserables
que viven de los muertos
con mucha gana, los sacerdotes romanos
que hacen los augurios
consultado a los cielos
o a las aves que pasan.
Que vivan solamente la pitanza
del día venidero, el pan y el vino
que ganamos con nuestras manos,
y tú, Marcia Metelli, porque te adoro
y te sueño cada día
entre súcubos y sirenas.


sábado, enero 24, 2015

NOS HABÍAMOS AMADO TANTO METACRITICA POR PEDRO TRILLO





#METACRÍTICA #CINE  #PedroTrillo
#NosHabíamosAmadoTanto
Ettore Scola y la vida misma
PARA SCOLA TODOS SOMOS DIRECTORES


Y el espectador no tiene que dejar la butaca para producir una “nueva cinta”. Así lo quiso Ettore Scola en “Nos habíamos amado tanto” (1974). Una obra de arte en 120 minutos de celuloide…y de eterna vigencia.

El filme está abierto a múltiples lecturas: la social, la histórica, la política, la humana… una obra de arte siempre es polisémica, posee múltiples significados, pero es el espectador quien con su interpretación la completa y al hacerlo aparece una propia, que es nueva, personal y auténtica.

“Una crítica es una cuestión de distancia correcta” dijo Walter Benjamin, sin embargo, la distancia implica un límite entre dos puntos y como sabemos: “un límite no es eso en lo que algo se detiene sino aquello a partir de lo cual algo inicia su presencia” (Heidegger).

Y esta presencia de lo nuevo, nos permite a cada uno contar nuestra propia historia eligiendo los protagonistas y las escenas de la obra. Para Scola todos somos directores de cine.


Con los personajes de Antonio y Luciana, el director hace una película dentro de otra película: la de Kim Novak en el papel de Mildred Rogers en Servidumbre Humana (Ken Hughes, 1964).

Scola, nos muestra el camino y con un guiño nos da a todos la oportunidad de escoger y ordenar la secuencia narrativa de las escenas, y dejar que surja, como una
epifanía, una nueva versión, personalísima y única como la vida misma.


Como haría Scola, apago todas las luces del escenario y sólo dejo encendido el spot que ilumina directamente a los protagonistas.

En la primera escena Antonio está enamorado y no puede decírselo a su amada; lo tiene que hacer a través de un juego,” ¿Usted me oye?”, le pregunta, ella le contesta: “No”, está claro, solo si ella no escucha el hombre enamorado puede expresar su amor, porque si no, se rompe el encantamiento.

Scola nos muestra el arquetipo del hombre enamorado, de todos los Antonios del mundo, de todos los Antonios que se pierden en la noche de los tiempos, y de todos aquellos que se perderán en el futuro, que no podrán darle muestras de amor a sus Lucianas a riesgo de perderlas, porque como dijo el protagonista en la escena donde se reencuentran los tres amigos: “el futuro ya pasó”.

El estado patológico de Antonio es el de todo hombre enamorado, Luciana lo acerca y aleja. Antonio se desestabiliza, pierde el control y provoca con sus actos la violenta
reacción de Luciana que le dice; “Yo hago lo que se me antoja”, “No tengo vínculos, ni quiero tenerlos”. “No te hagas ilusiones”. En otras palabras: “no estoy dispuesta a continuar, no eres el hombre que yo necesito”.

Años después se encuentran y con la mirada ya se han perdonado. Ella le dice: “¿Y tú?”(¿Cómo estás?) Y en ese: “¿Y tú?” de Luciana hay algo más profundo, le está diciendo: estoy aquí, me intereso por ti; y él mientras se sienta en la banca del parque le responde: estuve como un loco enamorado: “últimamente tuve una forma de ciclotimia”, lo dejé todo por ti: “estuve mal, tuve que dejar el hospital”, pero ahora ya estoy bien: “estoy sano ya volví”.

Pero si el bien es aquello hacia lo que todas las cosas tienden y el fin último de la vida humana no es otro que la felicidad (Aristóteles, Ética a Nicómaco), no todos los Antonios y Lucianas del mundo disponen de la juventud que le permitió a Scola volverlos a unir.

Y, esa unión, ese encuentro, para Karl Jung no es una casualidad sino una sincronicidad, algo único en la dimensión del espacio-tiempo, que no tiene ninguna
relación causal pero sí una profunda significación en nuestras vidas.

Gibrán lo explica bien cuando le dice a su amada Mary Haskell,“Cuando dos personas se encuentran, son como dos Calas acuáticas que se abren de lado a lado, cada una mostrando su corazón dorado, y reflejando el remanso, las nubes y los cielos.”
(Khalil Gibrán, 1914)

Al final se produce la escena en la que Scola proyecta los deseos de todos los hombres enamorados del mundo; en ella Kim Novak como Mildred Rogers es Luciana y el actor Laurence Harvey es Antonio, que identifica y reúne a todos los Antonios que quieren escuchar de su amada: “…tú eres el único hombre de mi vida!”.

Kim Novak, ofrece a los hombres la satisfacción de un atávico deseo cuya cimentación cultural fue forjándose a través de la historia de la humanidad.

Este ideal romántico del hombre –que el genio de Scola descubre en su personaje Antonio–, nos permite ahora a todos los Antonios del mundo reconocernos en él.

Y en esto, hasta el mismo Freud en una de sus cartas a su novia –como un hombre sufriendo de amor–, víctima de la patología de todo hombre enamorado, le reclama y
exige:

“No quiero sin embargo que mis cartas queden siempre sin respuesta, y dejaría de inmediato de escribirte si no me respondes. Perpetuos monólogos a propósito de un ser amado, que no son ni rectificados ni alimentados por el ser amado, desembocan en ideas erróneas sobre las relaciones mutuas, y nos vuelven extraños uno al otro cuando nos encontramos de nuevo y hallamos cosas diferentes a las que, sin asegurarnos de ello, habíamos imaginado”.
(Freud, Correspondance, 39)

Freud le está diciendo a su amada: el amor alimenta el amor.

“No entendí nada” dice Antonio al inicio de la película que acompaña esta crítica, porque Luciana “se encuentra en un estado de perpetua partida, de viaje, es por vocación migratoria, huidiza” (Barthes), como una gata escurridiza, inasible, como el agua que se escapa entre los dedos.

“Yo aun no entiendo” repite Antonio en la voz de Laurence Harvey.

“No entendí nada” y “…aun no entiendo”, podría continuar Antonio: “no hay un motivo serio, no te he sido infiel, no te he faltado el respeto, solo actué como un hombre enamorado, solo estuve loco de amor por ti, pero  ya volví.

Es la ciclotimia del corazón que aqueja a todo hombre enamorado, pero ya está sano, volvió, y con esta palabra le está diciendo: ahora puedo amarte y hacerte feliz. En la voz de Antonio podrían reconocerse los amantes cuando dice: “Luciana, tú me dijiste que te he amado como nadie te ha amado en la vida”…

Luego se produce el blackout de la relación, la pantalla se oscurece, pero el amor como la música sigue girando entre los dos. La película de Scola nos enseña que lo positivo de un error es que puede corregirse.

A pesar de la dureza de las expresiones de Luciana, Antonio en la película de Scola mantiene su amor por ella incólume, protegido y a salvo.

Él estuvo siempre allí, presente para ella, y esa es una virtud, una constante inclinación de la voluntad, un rasgo de carácter de un buen corazón, que conduce  finalmente a ambos personajes a la vida buena, a la felicidad, porque el amor de Antonio es tan seguro como el amanecer.

AUTOR: PEDRO TRILLO
 

jueves, enero 22, 2015

SIGMUND FREUD : CITAS ILUSTRADAS


Sigmund Freud nació el 6 de mayo de 1856 en Freiberg (hoy Príbor, República Checa).

Fue uno de los ocho hijos de Jakob Freud (1815-1896), comerciante de lana, que tuvo dos hijos, Emanuel y Philipp, en su primer matrimonio.

La familia de Jacob eran judíos jasídicos (una rama de judaísmo ortodoxo), y llegó a ser conocido por su estudio de la Torá. Se casó con la madre de Freud, Amalia Nathansohn, veinte años más joven, convirtiéndola en su tercera esposa el 29 de julio de 1855. Pasaron penurias económicas viviendo en una habitación alquilada cuando nació su hijo Sigmund.


 En 1859, el fracaso de los negocios de su padre obligó a la familia a abandonar su hogar en Freiberg. Residieron en Leipzig y, en 1860, en Viena finalmente.

En 1865, a los nueve años de edad, Freud entró en el Leopoldstädter Kommunal-Realgymnasium, donde demostró ser un alumno sobresaliente y donde se graduó en 1873 con honores.

Fue un ávido lector amante de la literatura en alemán, francés, italiano, español, inglés, hebreo, latín y griego. Leyó a William Shakespeare en inglés a lo largo de toda su vida, sugiriéndose que gran parte de su conocimiento de la psicología humana puede haber sido derivada de las obras de Shakespeare.

Ingresó en la Universidad de Viena con 17 años para estudiar derecho, aunque entró en la facultad de medicina de la universidad después de escuchar una conferencia en torno al ensayo Sobre la naturaleza (atribuido a Goethe).

Estudió filosofía como alumno de Franz Brentano, fisiología con Ernst Wilhelm von Brücke, y zoología con el profesor darwinista Carl Claus. En el tercer curso, inicia investigaciones sobre el sistema nervioso central de los invertebrados en el laboratorio de fisiología dirigido por Brücke.

Se graduó como doctor en Medicina en 1881, tras haber cumplido además un año de servicio militar obligatorio. Permaneció en la universidad como ayudante en el laboratorio de fisiología.

En 1883, y bajo la presión de Brücke, abandonó la investigación teórica. Pasó tres años en el Hospital General de Viena, dedicándose a la psiquiatría, la dermatología y los trastornos nerviosos.

En el año 1885, fue profesor adjunto de Neuropatología en la Universidad de Viena. A últimos de ese año consiguió una beca del gobierno para estudiar en París junto al neurólogo Jean Martin Charcot, que trabajaba en el tratamiento de trastornos mentales mediante la hipnosis en el manicomio de Salpêtrière. Sus estudios junto a Charcot, centrados en la histeria, lo dirigieron a la psicopatología.

El 14 de septiembre de 1886, se casó con Martha Bernays, nieta de Isaac Bernays, un rabino en Hamburgo. La pareja tuvo seis hijos: Mathilde, nacida en 1887; Jean-Martin, en 1889; Oliver, en 1891; Ernst, en 1892; Sophie, en 1893; y Anna, en 1895.

 En 1896, Minna Bernays, hermana de Martha, se convirtió en miembro de la familia tras la muerte de su prometido. La estrecha relación que tuvo con Freud llevó a rumores, iniciados por Carl Jung, de una aventura. El descubrimiento de un registro de hotel suizo del 13 de agosto de 1898, firmado por Freud mientras viaja con su cuñada, se aportó como prueba.

Se estableció como médico privado en Viena, especializándose en los trastornos nerviosos. Su trabajo inicial sobre psicopatología fue Sobre la afasia (1891); donde desarrollaba un estudio sobre este trastorno neurológico en el que la capacidad para pronunciar palabras o nombrar objetos comunes se pierde.

Su último trabajo sobre neurología, fue un artículo, 'Parálisis cerebrales infantiles', escrito en 1897. Sus siguientes trabajos se inscriben en lo que él mismo había bautizado como psicoanálisis en 1896.

Esta nueva orientación se dio a conocer en su trabajo Estudios sobre la histeria (1893), elaborado en colaboración con el médico vienés Josef Breuer. Freud considera los síntomas de la histeria como manifestaciones de energía emocional no descargada, asociada con traumas psíquicos olvidados. El procedimiento terapéutico consiste en sumir al paciente en un estado hipnótico para forzarle a recordar y revivir la experiencia traumática origen del trastorno, con lo que se descargarían por catarsis las emociones causantes de los síntomas.

De 1895 a 1900, desarrolló muchos de los conceptos incorporados tanto a la práctica como a la doctrina psicoanalítica. Poco después abandonó el uso de la hipnosis como procedimiento catártico, reemplazándolo por la investigación del curso espontáneo de pensamientos del paciente —llamado asociación libre—, como método para comprender los procesos mentales inconscientes que están en la raíz de los trastornos neuróticos.

Encontró evidencias de los mecanismos mentales de la represión y la resistencia, describiendo la primera como un mecanismo inconsciente que hace inaccesible a la mente consciente el recuerdo de hechos traumáticos; y la segunda como la defensa inconsciente contra la accesibilidad a la consciencia de las experiencias reprimidas, para evitar la ansiedad que de ella se deriva. Seguía el curso de los procesos inconscientes, usando las asociaciones libres como guía para interpretar los sueños y los lapsus en el lenguaje. "La interpretación de los sueños" fue inicialmente un fracaso comercial tras su publicación en 1899. La que es considerada como su obra más importante, vendió solo 351 copias en sus primeros seis años; la segunda edición no se publicó hasta 1909.

Mediante el análisis de los sueños desarrolló teorías sobre la sexualidad infantil y el complejo de Edipo. Trabajó además la teoría de la transferencia, proceso por el que las actitudes emocionales, establecidas originalmente hacia las figuras de los padres durante la infancia, son transferidas en la vida adulta a otros personajes. Por entonces hace aparición su obra más importante, La interpretación de los sueños (1900), donde analiza (además de algunos sueños de sus pacientes) muchos de sus propios sueños, registrados durante tres años de autoanálisis iniciados en 1897.

En 1902 fue nombrado profesor titular de la Universidad de Viena gracias a los esfuerzos de un paciente con influencias.

Sus siguientes escritos, Psicopatología de la vida cotidiana (1904) y Tres ensayos para una teoría sexual (1905), no hicieron más que aumentar el antagonismo con sus colegas. Como consecuencia, Freud continuó trabajando virtualmente solo, en lo que él mismo denominó "una espléndida soledad ".

Otros de sus trabajos son Tótem y Tabú (1913), Más allá del principio del placer (1920), Psicología de masas (1920), El yo y el ello (1923), El malestar en la cultura (1930), El porvenir de una ilusión (1927), Introducción al psicoanálisis (1933), y Moisés y el monoteísmo (1939).

Hacia 1906, contaba con un reducido número de alumnos y seguidores destacando los psiquiatras austriacos William Stekel y Alfred Adler, el psicólogo austriaco Otto Rank, el psiquiatra estadounidense Abraham Brill, y los psiquiatras suizos Eugen Bleuler y Carl Jung, además del húngaro Sándor Ferenczi, que se unió al grupo en 1908.

En 1910 se crea una organización de ámbito mundial denominada Asociación Psicoanalítica Internacional. Tras el comienzo de la I Guerra Mundial, abandonó casi la observación clínica y se concentró en la aplicación de sus teorías a la interpretación psicoanalítica de fenómenos sociales, como la religión, la mitología, el arte, la literatura, el orden social o la propia guerra.

En 1923 se le detectó un cáncer en la mandíbula que precisó de un tratamiento constante y doloroso, por el que tuvo que someterse a varias operaciones quirúrgicas. Cuando los nazis ocuparon Austria, en 1938, se trasladó a Londres. Freud y su hija Anna fueron interrogados por la Gestapo antes de su amiga y paciente Marie Bonaparte fue capaz de asegurarles pasaje a Inglaterra. Bonaparte intentó sin éxito obtener visados de salida también para cuatro de sus hermanas, que finalmente se quedaron en Viena antes de ser enviadas a campos de concentración nazis en los que murieron.

 El 21 de septiembre de 1939, Freud recordó la promesa que le hizo su amigo y médico de cabecera, Max Schur, de ayudarle a morir cuando el cáncer de mandíbula se volviera insoportable. Al día siguiente le aplicaron morfina y murió a la medianoche del 23 de septiembre de 1939 en la capital británica. Sus últimas palabras fueron: Das ist absurd! Das ist absurd! (¡Es absurdo!...¡Esto es absurdo!) ...

Tres días después de su muerte sus restos fueron incinerados en el Golders Green Crematorium, en el norte de Londres, siendo guardadas sus cenizas en una antigua urna griega que había recibido como regalo de la princesa Bonaparte y que tuvo en su estudio en Viena.

Cuando su esposa Martha falleció en 1951, se añadieron sus cenizas a la urna. En enero de 2014 intentaron robar las cenizas de los Freud, y aunque el robo se evitó, los ladrones dañaron gravemente la urna de más de 2.300 años de antigüedad.

Su cabeza tenía un perímetro de 55 centímetros y 18 de diámetro


Obras completas

    I. Carta sobre el bachillerato, 1873
    II. Prólogo y notas al libro de Bernheim. De la suggestion et des ses applications a la thérapeutique, 1888-1889
    III. Estudio comparativo de las parálisis motrices orgánicas e histéricas, 1888-93
    IV. Un caso de curación hipnótica. Ein Fall von hypnotischer Heilung, 1892-3
    V. Charcot, 1893
    VI. ESTUDIOS SOBRE LA HISTERIA. Studien über Hysterie, 1893-5
    VII. Las neuropsicosis de defensa. Die Abwehrneuropsychosen, 1894
    VIII. Obsesiones y fobias. Obsessions et Phobies, 1894
    IX. La neurastenia y la neurosis de angustia, 1894
    X. Crítica de la neurosis de angustia. Zur Kritik der «Angstneurose», 1895
    XI. PROYECTO DE UNA PSICOLOGÍA PARA NEURÓLOGOS. Entwurf einer Psychologie, 1895
    XII. La herencia y la etiología de las neurosis. L'héredité et l'étiologie des neuroses, 1896
    XIII. Nuevas observaciones sobre las neuropsicosis de defensa. Weitere Bemerkungen über Abwehrneuropsychosen, 1896
    XIV. La etiología de la histeria. Zur Ätiologie der Hysterie, 1896
    XV. La sexualidad en la etiología de las neurosis. Die Sexualität in der Ätiologie der Neurosen, 1898
    XVI. Los recuerdos encubridores. Über Deckerinnerungen, 1899
    XVII. LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS. Die Traumdeutung, 1898-9
    XVIII. LOS SUEÑOS. Über den Traum, 1900
    XIX. UNA PREMONICIÓN ONÍRICA CUMPLIDA, 1899
    XX. PSICOPATOLOGÍA DE LA VIDA COTIDIANA. Zur Psychopathologie des Alltagslebens
    XXI. ANÁLISIS FRAGMENTARIO DE UNA HISTERIA. Bruchstück einer Hysterie-Analyse. («Caso Dora»). 1901
    XXII. El método psicoanalítico de Freud. Die Freud'sche psychoanalytische Methode. 1903
    XXIII. Sobre psicoterapia. Über Psychotherapie. 1904
    XXIV. Psicoterapia (Tratamiento por el espíritu) Psychische Behandlung. (Seelenbehandlung) 1905
    XXV. EL CHISTE Y SU RELACIÓN CON LO INCONSCIENTE. Der Witz und seine Beziehung zum Unbewußten. 1905
    XXVI. TRES ENSAYOS PARA UNA TEORÍA SEXUAL
    XXVII. Mis opiniones acerca del rol de la sexualidad en la etiología de la neurosis
    XXVIII. La ilustración sexual del niño. (Carta abierta al doctor M. Fürst)
    XXIX. La moral sexual «cultural» y la nerviosidad moderna
    XXX. Teorías sexuales infantiles
    XXXI. Personajes psicopáticos en el teatro
    XXXII. El psicoanálisis y el diagnóstico de los hechos en los procedimientos judiciales
    XXXIII. EL DELIRIO Y LOS SUEÑOS EN «LA GRADIVA» DE W. JENSEN
    XXXIV. Los actos obsesivos y las prácticas religiosas
    XXXV. El poeta y los sueños diurnos
    XXXVI. Fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad
    XXXVII. El carácter y el erotismo anal
    XXXVIII. Generalidades sobre el ataque histérico
    XXXIX. La novela familiar del neurótico
    XL. ANÁLISIS DE LA FOBIA DE UN NIÑO DE CINCO AÑOS (CASO «JUANITO»)
    XLI. ANÁLISIS DE UN CASO DE NEUROSIS OBSESIVA (CASO «EL HOMBRE DE LAS RATAS»)
    XLII. OBSERVACIONES PSICOANALÍTICAS SOBRE UN CASO DE PARANOIA («Dementia paranoides»), autobiográficamente descripto (Caso «Schreber»)
    XLIII. Prólogo para la primera edición de la «Recopilación de ensayos sobre la teoría de las neurosis de los años 1893 a 1906»
    XLIV. Prólogo para un libro de Wilhelm Stekel
    XLV. Prólogo para un libro de Sándor Ferenczi
    XLVI. PSICOANÁLISIS (Cinco conferencias pronunciadas en la Clark University, Estados Unidos)
    XLVII. El porvenir de la terapia psicoanalítica
    XLVIII. El psicoanálisis «salvaje»
    XLIX. Ejemplos de cómo los neuróticos revelan sus fantasías patógenas
    L. UN RECUERDO INFANTIL DE LEONARDO DA VINCI
    LI. El doble sentido antitético de las palabras primitivas
    LII. Sobre un tipo especial de la elección de objeto en el hombre
    LIII. Concepto psicoanalítico de las perturbaciones psicógenas de la visión
    LIV. Contribuciones al simposio sobre el suicidio
    LV. Formulaciones sobre los dos principios del suceder psíquico
    LVI. El significado de la sucesión de las vocales
    LVII. El empleo de la interpretación de los sueños en el psicoanálisis
    LVIII. La dinámica de la transferencia
    LIX. Consejos al médico en el tratamiento psicoanalítico
    LX. La iniciación del tratamiento
    LXI. Experiencias y ejemplos de la práctica analítica
    LXII. La «fausse reconnaissance» («déjà raconté») durante el psicoanálisis
    LXIII. Recuerdo, repetición y elaboración
    LXIV. Observaciones sobre el «amor de transferencia»
    LXV. Algunas observaciones sobre el concepto de lo inconsciente en el psicoanálisis
    LXVI. Contribuciones al simposio sobre la masturbación
    LXVII. Sobre la degradación más generalizada de la vida erótica
    LXVIII. Sobre las causas ocasionales de la neurosis
    LXIX. Un sueño como testimonio
    LXX. Sueños con temas de cuentos infantiles
    LXXI. Representación de la «gran hazaña» en el sueño
    LXXII. Dos mentiras infantiles
    LXXIII. La disposición a la neurosis obsesiva
    LXXIV. TOTEM Y TABÚ.
    LXXV. MÚLTIPLE INTERÉS DEL PSICOANÁLISIS
    LXXVI. El tema de la elección de un cofrecillo
    LXXVII. El «Moisés» de Miguel Ángel
    LXXVIII. Sobre la psicología del colegial
    LXXIX. HISTORIA DEL MOVIMIENTO PSICOANALÍTICO
    LXXX. Carta al Dr. Friedrich S. Krauss sobre la «Anthropophyteia»
    LXXXI. «¡Grande es Diana Efesia!»
    LXXXII. Prefacio para un libro de Oskar Pfister
    LXXXIII. Prólogo para un libro de Maxim Steiner
    LXXXIV. Prólogo para un libro de John Gregory Bourke
    LXXXV. HISTORIA DE UNA NEUROSIS INFANTIL (Caso del «Hombre de los lobos»)
    LXXXVI. Comunicación de un caso de paranoia contrario a la teoría psicoanalítica
    LXXXVII. INTRODUCCIÓN AL NARCISISMO
    LXXXVIII. Sobre las transmutaciones de los instintos y especialmente del erotismo anal
    LXXXIX. LOS INSTINTOS Y SUS DESTINOS
    XC. LA REPRESIÓN
    XCI. LO INCONSCIENTE
    XCII. Adición metapsicológica a la teoría de los sueños
    XCIII. DUELO Y MELANCOLÍA
    XCIV. CONSIDERACIONES DE ACTUALIDAD SOBRE LA GUERRA Y LA MUERTE
    XCV. Lo perecedero
    XCVI. Carta a la Dra. von Hug-Hellmuth
    XCVII. LECCIONES INTRODUCTORIAS AL PSICOANÁLISIS
    XCVIII. VARIOS TIPOS DE CARÁCTER DESCUBIERTOS EN LA LABOR ANALÍTICA
    XCIX. Un paralelo mitológico a una imagen obsesiva plástica
    C. Una relación entre un símbolo y un síntoma
    CI. Una dificultad del psicoanálisis
    CII. Un recuerdo infantil de Goethe en Poesía y verdad
    CIII. El tabú de la virginidad
    CIV. Sobre la enseñanza del psicoanálisis en la universidad
    CV. Los caminos de la terapia psicoanalítica
    CVI. Para la prehistoria de la técnica psicoanalítica
    CVII. PEGAN A UN NIÑO. Aportación al conocimiento de la génesis de las perversiones sexuales
    CVIII. Asociación de ideas de una niña de cuatro años
    CIX. LO SINIESTRO
    CX. MÁS ALLÁ DEL PRINCIPIO DEL PLACER
    CXI. Introducción al simposio sobre las neurosis de guerra
    CXII. Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina
    CXIII. PSICOLOGÍA DE LAS MASAS Y ANÁLISIS DEL «YO»
    CXIV. Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad
    CXV. Observaciones sobre la teoría y la práctica de la interpretación onírica
    CXVI. J. Popper-Lynkeus y la teoría onírica
    CXVII. Complementos a la teoría onírica
    CXVIII. El sueño y la telepatía
    CXIX. Psicoanálisis y telepatía
    CXX. Observaciones sobre el inconsciente
    CXXI. PSICOANÁLISIS Y TEORÍA DE LA LIBIDO. Dos artículos de enciclopedia
    CXXII. UNA NEUROSIS DEMONÍACA EN EL SIGLO XVII
    CXXIII. La cabeza de Medusa
    CXXIV. La organización genital infantil. (Adición a la teoría sexual)
    CXXV. EL «YO» Y EL «ELLO»
    CXXVI. ESQUEMA DEL PSICOANÁLISIS
    CXXVII. Neurosis y psicosis
    CXXVIII. La pérdida de la realidad en la neurosis y en la psicosis
    CXXIX. La disolución del complejo de Edipo
    CXXX. El problema económico del masoquismo
    CXXXI. AUTOBIOGRAFÍA
    CXXXII. Las resistencias contra el psicoanálisis
    CXXXIII. El «block» maravilloso
    CXXXIV. Prólogo para un libro de Theodor Reik
    CXXXV. Prólogo para un libro de J. Varendonck
    CXXXVI. Prólogo para un libro de James J. Putnam
    CXXXVII. Prólogo para un libro de Max Eitingon
    CXXXVIII. Sr. D. Luis López Ballesteros y de Torres
    CXXXIX. En memoria de James J. Putnam
    CXL. En memoria de Víctor Tausk
    CXLI. En memoria de Anton von Freund
    CXLII. A Sándor Ferenczi
    CXLIII. La editorial psicoanalítica internacional y los premios para trabajos psiconalíticos
    CXLIV. Comunicación del director de la Revista Internacional de Psicoanálisis
    CXLV. Carta a la revista Le Disque Vert
    CXLVI. INHIBICIÓN, SÍNTOMA Y ANGUSTIA
    CXLVII. La negación
    CXLVIII. La significación ocultista del sueño
    CXLIX. Los límites de la interpretabilidad de los sueños
    CL. La responsabilidad moral por el contenido de los sueños
    CLI. Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica
    CLII. Psicoanálisis: escuela freudiana
    CLIII. ANÁLISIS PROFANO (Psicoanálisis y medicina)
    CLIV. EL PORVENIR DE UNA ILUSIÓN
    CLV. Fetichismo
    CLVI. El humor
    CLVII. Una experiencia religiosa
    CLVIII. Dostoyevski y el parricidio
    CLIX. EL MALESTAR EN LA CULTURA
    CLX. Premio Goethe de 1930
    CLXI. La peritación forense en el proceso Halsmann
    CLXII. Sobre los tipos libidinales
    CLXIII. Sobre la sexualidad femenina
    CLXIV. Sobre la conquista del fuego
    CLXV. Carta a Maxim Leroy sobre un sueño de Descartes
    CLXVI. Mi relación con Josef Popper-Lynkeus
    CLXVII. NUEVAS LECCIONES INTRODUCTORIAS AL PSICOANÁLISIS
    CLXVIII. El porqué de la guerra
    CLXIX. Prefacio para un libro de August Aichhorn
    CLXX. Nota para un trabajo de E. Pickworth Farrow
    CLXXI. Prólogo del folleto Décimo aniversario del Instituto psicoanalítico de Berlín
    CLXXII. Mensaje para la Medical Review of Reviews
    CLXXIII. Palabras preliminares para un libro de Edoardo Weiss
    CLXXIV. Prefacio para un libro de Hermann Nunberg
    CLXXV. Prólogo para un libro de Marie Bonaparte
    CLXXVI. A Romain Rolland
    CLXXVII. A Ernest Jones, en su quincuagésimo aniversario
    CLXXVIII. Mensaje para la inauguración de la Universidad Hebrea
    CLXXIX. Carta sobre la posición frente al judaísmo
    CLXXX. Discurso a los miembros de la sociedad B'NAI B'RITH
    CLXXXI. Carta a David Eder
    CLXXXII. Carta al burgomaestre de la ciudad de Pribor
    CLXXXIII. Carta a Paul Federn
    CLXXXIV. En memoria de Josef Breuer
    CLXXXV. En memoria de Karl Abraham
    CLXXXVI. En memoria de Sándor Ferenczi
    CLXXXVII. MOISÉS Y LA RELIGIÓN MONOTEÍSTA: TRES ENSAYOS
    CLXXXVIII. La sutileza de un acto fallido
    CLXXXIX. A Thomas Mann, en su sesenta aniversario
    CXC. Un trastorno de la memoria en la Acrópolis
    CXCI. Carta a Bárbara Low
    CXCII. Borrador de una carta a Thomas Mann
    CXCIII. Lou Andreas-Salomé
    CXCIV. ANÁLISIS TERMINABLE E INTERMINABLE
    CXCV. Construcciones en el análisis
    CXCVI. LA ESCISIÓN DEL «YO» EN EL PROCESO DE DEFENSA
    CXCVII. COMPENDIO DEL PSICOANÁLISIS
    CXCVIII. Algunas lecciones elementales de psicoanálisis
    CXCIX. Un comentario sobre el antisemitismo
    CC. Carta al Editor de «Time and Tide» sobre el antisemitismo en Inglaterra
    CCI. Tres cartas a Theodor Reik
    CCII. Dos cartas a David Abrahamsen sobre Weininger
    CCIII. Carta a Charles Berg sobre su libro «War in the mind»
    CCIV. Conclusiones, ideas, problemas
    CCV. Los orígenes del psicoanálisis

    Apéndice:
    Die Verdrängung («La represión»)
    FUENTE :  https://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/2693/Sigmund%20Freud




















































HOJA DE VIDA POR RICARDO GONZÁLEZ VIGIL

HOJA DE VIDA POR RICARDO GONZÁLEZ VIGIL   HOJA DE VIDA POR RICARDO GONZÁLEZ VIGIL Vida: me he pasado toda la vida leyendo, amándote a plenit...